El desarrollo,
la modernidad, el progreso y todos sus postulados, quiso hacer creer que podíamos
reducir los niveles de pobreza y alcanzar un mejor nivel de vida, tanto a nivel
personal como a nivel de Estados, contrastándolo con la igualdad de condiciones
laborales entre mujeres y hombres, que con el paso del tiempo ha significado
avances paulatinos y reducidos.
En tanto, “esta
economía es una economía generada por la forma actual de concebir la vida:
individualista, antropocéntrica, desintegrada de la vida, homogeneizadora,
jerárquica, competitiva, orientada al consumo y al capital y donde sólo ganan
los más fuertes. De ahí la urgencia de una respuesta de una nueva forma de vida
sustentada en el equilibrio, la armonía y el respeto a la vida.
En el vivir
bien, el ser humano no está por encima de todas las formas de existencia, está
al mismo nivel de ellas; por lo tanto, en la economía complementaria los
beneficios no se circunscriben a la unidad y estructura social humana, están en
función de la unidad y estructura de vida (es decir, más allá de lo humano). En
el vivir bien no existen las jerarquías sino las responsabilidades naturales
complementarias”. (Fernando
Huanacuni Mamani, 2010, pag. 34)
“Desde la perspectiva de género, las
realidades socio-laborales de hombres y mujeres están constituidas por el
conjunto de actividades orientadas a la generación de ingreso y a la
reproducción de la familia. Debido a las relaciones de género actualmente
vigentes en la sociedad boliviana, las cuales asignan a las mujeres la
responsabilidad del cuidado en el seno de las familias y de las comunidades,
las modalidades de inserción laboral de las mujeres dependen de las
alternativas de conciliación de las actividades de cuidado (i) la
visibilización y valorización de las actividades de cuidado al interior de los
hogares; (ii) la promoción de la división de responsabilidades entre hombres y
mujeres con responsabilidades familiares; (iii) la oferta de servicios públicos
o subvencionados de guarderías y alternativas para el cuidado de los niños
menores a seis años y adultos mayores para hombres y mujeres con
responsabilidades familiares; (iv) políticas de recursos humanos en las
empresas y en el sector público facilitadoras de la conciliación entre las
responsabilidades familiares y laborales de los(as) trabajadores(as)”. (Wanderley,
2008, pag. 148)
Considerando estas
dos visiones, el equilibrio se concebiría como el complemento perfecto en
igualdad de condiciones de empleo tanto para mujeres y hombres; desde la
perspectiva del vivir bien, las responsabilidades deben ser complementarias y
armónicas para vivir en acuerdo y en igualdad de condiciones al trabajo; asimismo,
Wanderley enfatiza los roles de ambos en la familia y sus implicaciones en el
plano social.
Hoy en día, se
aprecia que mujeres y hombres buscan oportunidades laborales iguales, sin
distinción, sin embargo las luchas de
poder, entre los mal llamados “fuertes y el débiles” no permite la
consolidación de más espacios de empleo para las mujeres, en tanto no se
conciba la idea de igualdad, equidad y complementariedad, el proceso aun tomara
su tiempo aunque la brecha se reduce a paso lento.
BIBLIOGRAFIA
Wanderley, F. (2008). Género y
desafíos post-neoliberales. Género, etnicidad y trabajo en Bolivia. Revista
Umbrales No. 18. La Paz, Bolivia: Plural editores CIDES – UMSA. Fernando Huanacuni Mamani (2010). Buen
Vivir / Vivir Bien- Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales
andinas. Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas - CAOI
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